Esta semana Theresa May, la presidenta del gobierno británico, en el parlamento ha acusado Rusia y a Putin personalmente de que Rusia enviara en marzo de 2018 a dos agentes de los servicios secretos rusos para asesinar en Salisbury a Skripal con un tal “Novichok”, difundiendo videos y datos personales de estos dos hombres en los medios de comunicación. Al final parece que estos dos rusos (Petrov y Boshirov) que alquilaron en un hotel barato de Londres una habitación con una cama de matrimonio, sólo pretendían pasárselo bien. Parece que ha sido una escapada romántica de fin de semana de dos chicos rusos que han tenido la mala suerte de ir a Solisbury el día cuando envenenaron a los Skripal. Es lo que creo yo después de ver los vídeos expuestos por los británicos en calidad de “pruebas”. Solo hay que ver el vídeo en que estos chicos unos minutos después de “envenenar” a los Skripal se paran delante de una tienda de antigüedades y se van decepcionados porque la tienda estaba cerrada. A esta pareja la pillaron los ingleses que, persiguiendo sus intereses políticos, difundieron sus fotos y sus datos personales por todo el mundo sin ninguna autorización judicial o personal violando las leyes europeas sobre la protección de los datos personales. El Estado Británico se ha portado en este caso como un delincuente

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