Una tarde cualquiera en una ciudad española, iba yo con mi furgonetilla 4L, debían ser las 3y media de la tarde, y claro iba a currar a casa una señora que tenía unos problemillas con el desagüe de la fregadera.
Yep! semáforo rojo, me paro detrás de un taxista. Comienzo, automáticamente y como normal general, a urgarme las narices en busca de quien saben qué. En eso que veo que el taxista tira un poquillo para atrás. Ni caso, yo liado con mis pelotillas, pero se va acercando paulatinamente.
-No, si al final me dará el merluzo ese.
Cada vez estaba más cerca. Ya me preparé para darle el primer bocinazo poniendo la mano sobre el claxon; una pelotilla furtiva quedó enganchada en él. Aquel taxista se me echaba encima por momentos, era hora de hacer servir el cetro del poder:
PWAAAAAAAAAAA!!! bocinazo al canto y aspavientos nerviosos pa que me viera por el retrovisor. El taxista miró por el retrovisor pero ni se inmutó.
PWAAAAAAAAAA!!!PWAAAAAAAAAAA!!!PWAAAAAAAAAAAA!!! tres bocinazos, señal internacional de aviso para inminentes colisiones. Y el tío ni caso, sólo miraba, quieto, sin mover una ceja.
Y al final me dió, flojito pero me dió, y eso era suficiente para correr la ventanilla (recordad que era una 4L, y meterle cuatro berridos.
-Imbécil, payaso, atontao. te vi a ostiar, gilipollaaaaas!!!.
Pero el señor aquel no se movía, estaba como paralizado, aferrado al volante de su taxi y simplemente se limita a mirar atento por el retrovisor.
-Coñio, pasa?.-me pregunté.-no se pica, asi no hay manera de montar bulla.
Viendo la ignorancia que aquel individuo me dedicaba, decidí cerrar de nuevo la ventanilla y entonces se puso el semáforo en verde y el taxista salió pitando.
Fue cuando me dí cuenta de lo que había pasado, ya que al salir él la 4L comenzó a moverse. Al llegar al semáforo, entretenido en explorar la profundidad de mis fosas nasales, había quitado el pie del freno, y no era él quien venía contra mi, si no yo quien iba hacia él debido a la pequeña pendiente de la calle.

Moraleja: Al llegar a un semáforo, poned el freno de mano antes de urgaros las narices.

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